Creía entender el mundo cuando apenas alcanzaba comprender la complejidad de su cuerpo.
Qué pequeña e inocente era.
Le enseñaron a leer, pero nunca la letra pequeña. Le enseñaron a soñar, pero no le contaron que las pesadillas existen.
Le contaron mil cuentos de mujeres indefensas que acaban libres y felices gracias a hombres fuertes y apuestos.
Le llenaron la caja de mensajes perfectos. Pintaron en su cuerpo una utopía. Hicieron de sus ideas una falsa realidad.
Qué pequeña e inocente era.
Creció torpe, insegura, tímida. Solo era una niña en un cuerpo de mujer.